Los misterios de Sue
Como siempre, la exentrenadora de las Cheerleaders no nos deja indiferente y justo al inicio del capítulo, cuando parece que su relación con Schuester está en un buen momento, entra en cólera al ver que este no tira a la papelera un tenedor de plástico. En ese momento retoma su odio hacia él y se dispone a destruirlo.
Para ello, se dirige hacia su pequeño cuartel general del horror, donde planea sus maldades para con su enemigos. Pero hay algo que nos sorprende aún más. ¡¡Sue es fan de Klaine, la pareja formada por Kurt y Blaine!!.
Quién lo diría teniendo en cuenta su odio hacia Kurt, al que denomina “porcelana” de forma despectiva. La cuestión es que está devastada desde que rompieron y hará lo que sea para unirlos de nuevo, incluido poner un oso en la habitación del nuevo novio de Kurt o dejar en evidencia su promiscuidad en un restaurante.
Plan ¿perfecto?
Dejando entrever su lado bipolar, a la vez que “ayuda” a juntar de nuevo a la pareja, idea planes maléficos para destruir a Rachel y al señor Schuester. Para llevarlos a cabo se sirve de un robot con el que va grabándolo todo y con Sam, al que somete a unas sesiones de hipnotización tronchantes.
Primero los graba cuando Schuester decide echarle una mano a Rachel para que el Glee Club siga adelante y se lo muestra a la directora del instituto donde trabaja actualmente. Esta es, curiosamente, la hermana del director Figgins. ¡Menudas pintas!
Después, hace que Sam confunda a Rachel y que esta empiece a sentir algo por él. Aunque termina confesándole que sigue enamorado de Mercedes, nos quedamos con ¡el beso!
Finalmente, Sue hace que Sam robe las facturas del buzón de Will argumentando que es una estrategia de Rachel para que Vocal Adrenaline baje su nivel. Schuester le cree y decide que sus chicos hagan una actuación espectacular.
En general, ha sido un capítulo mejor que los anteriores donde hemos podido ver a una Jane Lynch memorable.