29 oct 2014

El tiempo entre costuras, una aguja en un pajar

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En España no somos muy conocidos por las adaptaciones que hacemos. Normalmente salen bastante desastrosas. Sin embargo, hoy me gustaría hablar del caso de El Tiempo entre costuras, que supera a la media y que nos deja con un buen sabor de boca en materia de adaptaciones.


Para el que no lo sepa, la serie está basada en el exitoso libro homónimo de María Dueñas. En él, se cuenta la historia de Sira, una costurera que, sin comerlo ni beberlo, termina convirtiéndose en espía durante la época de la Segunda Guerra Mundial.
Comenzó a emitirse en octubre de 2013 y se despidió en enero de 2014, logrando las mejores cuotas de audiencias desde hace muchos años en Antena 3. Además, fue galardonada con bastantes premios del ámbito nacional.


No consigue hacerle sombra al libro


Sobra decir que el libro es mejor que la serie, porque ya tiene que ser el libro malo para que sea al revés. Tardé en leerlo apenas un par de tardes porque, si tengo que destacar algo de él, es el dinamismo de la narración.

Prácticamente, al estar narrado en primera persona, es como si una amiga te estuviera contando una historia que le ocurrió. Los meses pasan en muy pocas páginas, sin echar de menos explicaciones sobre lo ocurrido en dichos periodos de tiempo. Desde luego, es un libro que merece la pena leer.

Este dinamismo es precisamente lo que le falta a la serie. La historia es mucho más pausada y para los que hemos leído el libro, es algo realmente molesto. Yo vi la serie posteriormente, pero si la hubiera empezado a ver cuando se emitió en Antena 3, no sé si hubiera conseguido terminar de verla. Y es que si ya me parecía lenta, no quiero ni imaginarme con toda la publicidad que hay en esta cadena.



Muy corta de emoción


Además, le han añadido tramas para que la serie sea más larga, como la de la alemana interpretada por Ana Milán o el falsificador de pasaportes que vive en la pensión donde se recupera Sira tras el aborto.

Esto es un fenómeno que no suele darse, ya que lo normal es precisamente recortar el número de tramas para no sobrecargar al espectador, aunque a veces pueden darse excepciones. Sin embargo creo se han equivocado en este sentido, ya que lo único que consiguen es distraer de la historia principal.

 
Por otra parte, han querido poner un mayor número de momentos de tensión durante toda la serie, pero se han quedado cortos en los realmente importantes. Por ejemplo, ese momento en el que ella transporta las armas no expresa el verdadero desconcierto y miedo que ella sentía.

Y qué decir del final… El punto más interesante en el libro, en el que cuando estás leyendo tienes ganas de gritar y, en la serie, por hacerlo más largo, le quitan toda la emoción. Ese cuaderno en mitad de la vía inexistente, esa persecución en el tren olvidad…en fin, un total despropósito.


Otro punto negativo para la serie es la elección de la actriz. Adriana Ugarte es una actriz que, personalmente, me gusta, pero no pega para nada con el papel. Sira es una joven tímida, cuya vida ha estado siempre dirigida por otros y en la mayor parte de la serie se desprende todo lo contrario: una mujer sexy, segura de sí misma, que es capaz de plantarle frente a todo. Cuando la realidad es que ella siempre está muerta de miedo.

Sobresaliente en técnica y suspenso para el sistema


También hay que decir que no todo es negativo y que, técnicamente, la serie está bastante bien hecha. El presupuesto es elevado en comparación con la mayoría de las series españolas (medio millón por capítulo) y esto se nota. Que los decorados sean naturales es uno de los puntos más fuertes.

El tipo de luz autóctona de cada región es muy difícil de simular, sobre todo cuando se trata de decorados exteriores. Esa espectacular luz de Marruecos o de Lisboa, hacen que la imagen se imponente, a la vez que aporta realismo a la serie. Hay que alabar también al equipo de decorado y de vestuario y maquillaje, porque se nota que han pensado hasta el último detalle.

Pero sin duda, si me tengo que quedar con algo, es con la fotografía de la serie. Me quedo con esos planos detalles de las telas y con ese uso del encuadre que nos permite observar la reacción de todos los personajes que realizan la acción.

Esto corrobora el hecho de que en España hay muy buenos profesionales, que saben hacer las cosas tan bien como los ingleses y estadounidenses. El problema es el sistema, que no apoya para nada la producción de audiovisuales y nos deja a merced de la publicidad. Esto obliga en la mayoría de los casos a alargar las series y a terminar destrozándolas. Está claro que aquí no existe lo de “lo bueno y breve dos veces bueno”.

A pesar de esto, es una serie que me ha gusta aunque tenga sus defectos y más al compararla con un libro tan genial como el de María Dueñas. Le doy un seis y si hubiera tenido un par de capítulos menos le pondría más nota. Aun así, es una de las series españolas más recomendables.

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