¡Dios mio, dios mio, dios mio! ¡Cómo se ha quedado el capítulo de esta semana! Y lo peor, ¡Estamos a las puertas del final! Con esta serie, Shonda se supera semana tras semana (lástima que en otras se quede corta).
Tras el arresto de Nate, alguno de los chicos (sobre todo Michaela) se sienten culpables. A pesar de ello, esto no les impide seguir con su vida normal. Por ejemplo, Connor decide presentarles a su novio a los demás.
La que sí que está mal es Annalise, que recibe la visita de su madre. Al principio vemos que no tienen una relación muy buena aunque no sabemos muy bien el porqué. El motivo de ello son los abusos sexuales que el tío de la abogada le profirió cuando era pequeña y que su madre ignoró.
Tras echárselo en cara varias veces, su madre le confiesa que quemo su casa con él dentro. Así, ambas parecen hacer las paces y también descubrimos cómo se conocieron Annalise y Sam; él era el terapeuta que la ayudaba con este tema.
Mientras Annalise está convaleciente, Bonnie se encarga del caso de esta semana, una enfermera que supuestamente violó a un hombre enfermo. Aunque al principio parece que lleva todas las de perder (hasta ella misma la declara culpable delante de todos), consigue darle la vuelta a la situación y gana el juicio demostrando que era una conspiración para sacarle dinero al hospital en el que trabajaba. Para celebrarlo se acuesta en el parking con Asher. ¡Y parecía tonta!
Wes, por su parte, dedica todo el capítulo a buscar al anterior inquilino de su piso, que resulta estar en un hospital psiquiátrico. Cuando va a verle, el joven traumatizado les suelta unas palabras que hacen que relacionen la muerte de Lila con Rebecca. La susodicha es la última en aparecer, mientras rastrea el móvil de su novio. Y menudo miedito que da…
En definitiva, estoy súper preparada y expectante para el desenlace, un capítulo doble que se estrenará el próximo día 26.